Gladys Tejeda obtuvo la medalla de oro en la maratón de los Juegos Panamericanos 2015. Este es un extracto de su historia
Por: Horacio Zimmermann
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Hubo una vez en que Gladys perdió. Era todavía una deportista aficionada que se levantaba a las cinco de la mañana para salir a correr en su natal Junín. Demoraba una hora y media en retornar a casa. Mientras su padre se montaba en un caballo para trasladarse, a cuatro mil ciento cinco metros sobre el nivel del mar, ella optaba por correr. En realidad, Iba a todos lados corriendo. Hasta cuando su madre la enviaba a comprar a la tienda leche. Por ese motivo, en su pueblo la conocían como la gacela, aunque otras personas le llamaban correcaminos.
Gladys es la última de nueve hijos. Su madre hizo lo que pudo para criar a todos por igual. “No tenía bastante, hice lo que pude”, dice Marcelina Pucuhuaranga. Tejeda se levantaba muy temprano para ir a correr. A las cuatro y media de la mañana ya estaba de pie. El frío ni la lluvia eran un obstáculo para ella. Corría desde las cinco hasta las seis y media, aproximadamente. En ese entonces, correr era solo un hobbie. Aun así, contaba con el apoyo incondicional de su mamá. “Regresaba cansada, pero como toda madre, me esperaba con la comida lista”, cuenta la deportista peruana.
No obstante, en su vida no todo era color de rosa.
Hubo una vez en que Gladys perdió. Cursaba la secundaria y solía competir en las actividades deportivas que se realizaban dentro de su localidad. En una oportunidad, se inscribió en una de las competencias de fondismo; sin embargo, no pudo obtener el triunfo. Gladys había perdido. Fue segunda. Terminó en ese lugar porque no tenía zapatillas. “Me presté unas de mi vecina, pero no me quedaron bien. Quedé triste”. Fue, quizás, la primera gran decepción de Gladys. “Esa sí era una competencia para ganar porque el primer puesto se llevaba una cocina bien grande”, contó. Y es que Gladys no solo corría por amor a la tarea, también corría para sobrevivir.
Aquella, sin embargo, no fue el examen más difícil que tuvo que rendir en la vida. La muerte de su padre fue un golpe mucho más duro, que incluso le hizo tambalear las piernas. Sentía que estas ya no le respondían. Estuvo a punto de abandonarlo todo. Pensó abandonar el sueño de ser profesional. “Fue muy duro. Perder a un padre no es fácil. Ya no quería ir a correr, nada”, se sinceró Tejeda. Hoy, los ojos se les llenan de lágrimas cuando habla de su padre. “Él no está muerto, está siempre conmigo”.
Con el tiempo Gladys entendió que la muerte de su padre era una prueba que debía superar para mantener vivo el sueño de participar en los Juegos Olímpicos. Una vez su hermano le preguntó si le gustaría estar en uno de estos eventos, cuenta Tejeda. Ella no sabía por qué le preguntaba aquello. Gladys no tenía conocimiento de que estos se repetían cada cuatro años.
Las olimpiadas siempre fueron su debilidad. “Las miraba por televisión”, recuerda. Le encantaba sentarse junto a la televisión a observar las distintas disciplinas que alberga un evento como este. Gladys quedó impactada. No por los deportes ni la espectacularidad de una inauguración, sino por “ver a Perú sin muchos deportistas” en los JJ.OO. Ese día, creyó que podía estar. "Aprovecha", le dijo su madre.
Su carrera dio un giro enorme cuando el Instituto Peruano del Deporte (IPD) la reclutó en marzo del 2009 tras observarla en una competencia en Junín. De esta forma llegó su primera gran prueba a nivel internacional. Fue en Bogotá, donde corrió la 21K. Nunca antes se había subido a un avión. Mucho menos había salido del país. Quizás por eso Gladys considera este episodio fundamental en el inicio de su carrera profesional. "Fue una experiencia que jamás olvidaré”, reflexiona. En adelante, Gladys solo encadenaría una racha de triunfos, incluida una medalla de oro en los Juegos Bolivarianos (2013).
Gladys cumplió uno de sus principales sueños cuando clasificó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a los que acudió junto a su madre gracias a la ayuda de PyG. Fue un gran apoyo para la deportista. En su historia, la madre fue fundamental para desarrolarse no solo como persona, sino como competidora de primer nivel. “Mi mamá es una gran pieza para mí. Si ella no se hubiera preocupado, yo no hubiera llegado a todo esto. Ella es algo muy sagrado”, dice Gladys con una sonrisa en el rostro.
Luego de quedar en el cuarto lugar de la maratón internacional de Seúl, en Corea del Sur, a la que acudió comprándose unas zapatillas de color amarillo de la marca Nike, que las guarda como trofeo de guerra, obtuvo una marca “A” con un tiempo de 2h.32m.32s, con lo que aseguró su presencia en Inglaterra.
En esos juegos olímpicos, Gladys se encargó de flamear la bandera peruana, capitaneando a la delegación peruana. Incluso por encima de Pancho Boza, reconocido deportista peruano y ex presidente del IPD. Aquel día se vistió con un traje típico de su provincia natal. Estaba feliz. Era lo que siempre había soñado. “Estoy orgullosa de llevar la bandera peruana y quiero agradecer por esta oportunidad”, dijo en ese entonces tras conocer al presidente Ollanta Humala en Palacio de Gobierno.
En Londres, Gladys quedó en el puesto 43 de la maratón. No le fue tan bien como esperaba. Eso sí, pudo medir el nivel de competencia en el que estaba. Por eso, decidió entrenar cada vez más fuerte y se puso una meta: en cada carrera, mejorar sus tiempos. Gladys Tejeda tiene ahora otro gran objetivo que cumplir en su carrera. “Mi sueño es estar en el podio y cantar el himno peruano en una olimpiada”.
Hoy Gladys levantó al Perú muy temprano y le regaló una alegría. Una más de tantas que nos ha dado: consiguió la medalla de oro en la maratón de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Cumplió otro sueño. Cuando todos daban como favorita a Inés Melchor -se retiró por una lesión-, Gladys demostró quién es la verdadera reina del fondismo peruano.
"Gracias a todo el Perú por seguirme y alentarme desde tan temprano. Me siento muy contenta, es para lo que he estado trabajando. Estuve un mes lejos de mi familia, de mi casa, entrenando en México. Me sentía muy bien preparada, segura de mi entrenamiento”, sostuvo tras recobrar el aire. Así es Gladys, siempre agradecida. Y siempre recordando de dónde vino: “Esto va para Junín”.
En las redes sociales se viralizó una fotografía en la que aparece Gladys en la maratón de hoy junto a las demás competidoras. Sus rivales llevan estampadas las marcas de sus auspiciadores en los shorts. Ella no.
Y es que Gladys es así.
Ella corre como si el premio siguiera siendo una cocina bien grande.